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EL MARAVILLOSO PODER DE LOS RECUERDOS

Cada año mi iPhone (y supongo que el de muchos) sin mi/nuestro conocimiento y con toda la buena intención (esperamos) crea automáticamente un recuerdo que suele coincidir con un amplio espacio temporal que va desde semanas a meses, e incluso aniversarios. El teléfono móvil, ese objeto «de culto» del que ya no podemos (por desgracia) prescindir, crea «por sí mismo» un montaje (más o menos preciso) seleccionando fotos de nuestros archivos y por medio de una lista de reproducción de pistas musicales, asocia también la banda sonora más apropiada (para él). Probablemente, dado que todos (más o menos conscientemente) tenemos activa la geolocalización, la mayoría de los recuerdos que crea el iPhone están relacionados con viajes o con lo que (él) considera experiencias. Por ejemplo, esta mañana, desde la sección ‘recuerdos’ de mi teléfono móvil he recibido un ‘regalo’ inesperado: un ‘cortometraje’ con una edición que despliega lo mejor posible, música, vídeo y palabras (sí, el iphone también selecciona vídeos) titulado ‘VIENA en la carretera, octubre de 2023’. Un ‘rebobinado’ temporal que nos recuerda dónde estábamos hoy, pero hace un año… el resultado, independientemente de si el vídeo tiene éxito o no, crea una emoción o al menos un sentimiento nostálgico hacia algo pasado.

Atrapados en el ajetreo diario y la carrera contra el tiempo, hay episodios de nuestras vidas que a menudo olvidamos, o que inconscientemente intentamos eliminar, y, sin embargo, jugando con las palabras del escritor español Carlos Ruiz Zafón «tarde o temprano, el océano del tiempo nos devuelve los recuerdos que allí enterramos» y nuestro fiel iPhone de vez en cuando nos trae estos recuerdos (buenos o malos) de sus (¿nuestros?) archivos.

En algunos aspectos, la nube está sustituyendo a nuestra memoria, nos ofrece infinitos espacios de archivo por una cuota y depositamos nuestros recuerdos en un servidor virtual capaz (como la mente) de evocar recuerdos (es decir, fotos). Incluso sin mirar las fotos almacenadas en el teléfono, a veces basta un pequeño detalle para que nos venga a la memoria un recuerdo, un pensamiento, una sensación, un sabor, un sonido o un olor, un aroma en el ambiente… que nos enciende la bombilla y transporta a lugares olvidados o a sucesos que ocurrieron hace años.

Hace unos años, hablando con la Sra. Laura Bosetti Tonatto, perfumista y famosa «nariz» italiana, creadora de extraordinarias fragancias (entre ellas el perfume de la reina Isabel de Inglaterra) y comisaria de exposiciones y maridajes entre arte y perfumes, me reveló un pequeño secreto de la inmortalidad de los olores y sus combinaciones en la naturaleza y de cómo en realidad el cliente no busca el perfume perfecto sino el más adecuado para activar sus recuerdos: el olor a Marsella de la colada de la abuela, a maderas y cortezas de árbol, a café tostado o tabaco dulce de la pipa del abuelo, a cítricos del patio trasero de un tío o a flores silvestres que encienden en nosotros los estímulos primaverales.

El Hotel BonSol, creyendo fervientemente en esto, ha contado con pioneros de la cosmética natural para la selección de sus ‘amenities’; como por ejemplo la empresa Tot Herba, que en sus productos corporales ha utilizado productos locales como la almendra, la lavanda, el romero, con sus característicos olores de la isla, o como D’Essencia LaB que tras un estudio del Hotel, su historia, su ambiente cálido… nos propuso una maravillosa esencia amaderada que parece que siempre haya pertenecido a sus diferentes ambientes. Esta sintonía espacio/ambiente crea lo que podría denominar como «fidelidad olfativa», ya que el olor, en este caso, nos transporta a aquellos maravillosos recuerdos pasados en un destino concreto, incitando en nosotros las ganas de volver a ese lugar.

Nuestros cinco sentidos tienen el maravilloso poder de evocar recuerdos, en la cultura japonesa el «recuerdo positivo» se traduce con esta palabra, Natsukashii, que indica la «alegre melancolía» de rememorar una experiencia vivida, rememorando una sensación de dulce nostalgia por el pasado.

En 1987 el científico japonés Susumu Tonegawa recibió el Premio Nobel de Medicina, al demostrar a través de un experimento con ratones que sufrían depresión inducida por estrés, que estos podían curarse estimulando las células del cerebro donde se almacenan los recuerdos positivos.

Lo que demuestra el grandísimo poder estos… De ahí que mi mujer Natalia Xamena, nostálgica sin remedio, junto a su cofundadora Mónica Matanza, decidiese crear un espacio propio de merchandise con nombre y apellido Hotel BonSol, The BonSoul (o alma del BonSol). Con la idea de crear una colección de productos varios, inspirada en el alma del hotel, en Mallorca, su sol, su mar… que al adquirirla le transportase a unos momentos vividos en este mágico lugar, evocando maravillosos instantes transcurridos aquí y así estimular los recuerdos positivos de nuestros clientes durante el frío invierno, en su vida cotidiana, con la ilusión de que el sol del BonSol les transmita siempre su calor… ¡al menos hasta su próxima visita!

Federico Giannini