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DON MARTÍN

Los ochenta años de un artesano de la hostelería

Llega el cumpleaños de una persona querida, una fecha importante, un número redondo (80). ¿Qué regalar a alguien que no le gustan los regalos, las fiestas de cumpleaños, los focos ni los flashes de las cámaras? Respuesta: un video, o mejor aún, un documental sobre su vida.

A primera vista, podría parecer el típico “regalo equivocado”. Sin embargo, la idea de su hija Natalia de producir un documental sobre su padre nos ha regalado a todos el retrato de un hombre de otra época, con valores que hoy en día son difíciles de encontrar. Además, nos mostró a un empresario íntegro y, en cierto modo, revolucionario: un auténtico artesano de la hostelería.

No encuentro una definición mejor para describir lo que Don Martín ha sido para el sector hotelero, especialmente en tiempos de estandarización y cadenas de hoteles. En una época en la que la expansión urbanística y la construcción de nuevos hoteles transformaban las costas de la isla, él permaneció fiel a la filosofía que su padre, Don Antonio Xamena, le inculcó en los años 50: respetar la naturaleza. Este hilo conductor ha unido a tres generaciones y sigue transmitiéndose con el mismo compromiso.

Don Martin fue un pionero en conceptos de sostenibilidad ambiental y economía circular, mucho antes de que estas palabras fueran conocidas. Implementó métodos innovadores para el ahorro energético, la compensación de CO2, el reciclaje y el cuidado de la biodiversidad. En su hotel, las aguas residuales se depuraban para regar los jardines, una práctica que continuó hasta que el reciclaje de agua pasó a ser responsabilidad de las autoridades locales. El calor generado por el aire acondicionado se utilizaba para calentar las piscinas, y ya en 1968 instaló las primeras placas de energía solar. Incluso usaron cáscaras de almendra como fuente de energía renovable para el sistema de calefacción y agua caliente durante años.

Don Antonio y Don Martín Xamena también fueron los creadores de un concepto de turismo diferente, enfocado en las personas más que en el número de habitaciones.

Una anécdota ilustra el inmenso amor de Don Martín por sus clientes. En una ocasión, el director de una sucursal bancaria le ofreció las llaves de un famoso hotel de Mallorca. Aunque aceptar habría significado liquidar algunas deudas y asegurarse un gran negocio, Don Martín respondió con un claro “NO, GRACIAS”. El director, sorprendido, le recordó que tenía una lista de empresarios esperando esa oportunidad. Sin embargo, en ese “no” estaba toda su filosofía: un enfoque personalizado, saludos cálidos, abrazos y postales escritas a mano.

Incluso hoy, después de 40 años, su respuesta sería la misma. Como verdadero artesano, Don Martín sabía que no se debe aceptar más trabajo del que se puede manejar sin sacrificar la calidad. Un artesano trabaja con las manos, con tiempo y atención al detalle, creando piezas únicas. Así fue el Hotel Bonsol: un hotel familiar que prioriza la felicidad de sus clientes y empleados. Como decía Don Martín: “Un empleado descontento nunca podrá hacer feliz a un cliente”.

Desde 1953, el Bonsol ha sido un hotel familiar, una auténtica “tienda artesanal” de la hostelería, resiliente y humilde. Durante más de 50 años, ha estado liderado por un maestro de cabello blanco que transmite su saber con gran modestia, dejando una herencia basada no en números, sino en valores.

Feliz cumpleaños a Don Martín, el último artesano de una generación de empresarios en peligro de extinción, en un mundo que sigue cambiando (esperemos que siguiendo su maravilloso ejemplo).